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Articles by James Banks

El reino de Dios

Mi madre se ha dedicado a muchas cosas durante su vida, pero una que ha mantenido constantemente es su deseo de ver que se les hable de Jesús a los niños. Las pocas veces que vi que mostraba públicamente su disgusto fue cuando alguien intentó recortar el presupuesto para el ministerio entre los niños, para usarlo en lo que consideraban gastos más serios. «Me tomé un verano cuando estaba embarazada de tu hermano, pero después nunca falté», me dijo. Apliqué una poco de matemática familiar y me di cuenta de que mi mamá había estado trabajando con los niños de la iglesia durante 55 años.

Dios de justicia

Tal vez la vaca de la Sra. O´Leary fue la «vaca expiatoria» más grande de la historia. La culparon del gran incendio de Chicago en 1871, el cual dejó sin casa a una tercera parte de sus habitantes. Impulsado por fuertes vientos, el fuego arrasó durante tres días las estructuras de madera y se llevó la vida de casi 300 personas.

¿Indigno o digno?

Helen Roseveare, una médica misionera inglesa en Congo, África, fue apresada por los subversivos durante la Rebelión de simba en 1964. Golpeada y abusada por sus captores, sufrió terriblemente. Días después, clamaba en su interior: ¡Qué indigno lo que me pasa! ¿Vale le pena?

Camina, no corras

La veía todos los días al amanecer, al llevar a mis hijos a la escuela. Era nuestra atleta de marcha rápida. Equipada con unos enormes auriculares y coloridas medias hasta la rodilla, caminaba al costado del camino, con movimientos alternados de brazos y piernas, siempre con un pie en contacto con el suelo. El deporte es diferente a correr o trotar. Implica un control intencional que frena la tendencia natural del cuerpo a correr. Aunque no parezca, requiere tanta energía, concentración y poder como correr. Pero todo bajo control.

Suelo duro y misericordia tierna

Cuando James tenía seis años de edad, su hermano mayor, David, murió trágicamente en un accidente. En los años que siguieron, James se esforzó al máximo por consolar a su madre, Margaret. Décadas más tarde, en la imaginación fértil de James Barrie, esa misma idea florecería como inspiración para crear un personaje muy querido que nunca crecía: Peter Pan. Al igual que una flor que empuja para salir a través del pavimento, algo bueno emergió del suelo duro de un dolor inimaginable.

Servir al más pequeño

Esteban fue campeón estatal de carreras en la escuela, y asistió a una prestigiosa universidad con una beca académica completa. Ahora vive en una de las ciudades más grandes de Estados Unidos y, en el campo de la ingeniería química, es sumamente respetado. Pero si le preguntaras cuál es su mayor logro, no mencionaría ninguna de estas cosas. Te contaría sobre sus viajes regulares a Nicaragua para ver cómo están los niños y los maestros del programa de tutoría que él ayudó a establecer en una de las zonas más pobres del país. Además, te diría cuánto ha enriquecido su vida este servicio.

Refugio para los rechazados

George Whitefield (1714-1770) fue uno de los predicadores más brillantes de la historia. Sin embargo, su vida tuvo controversias. A veces, su práctica de predicar al aire libre (para incluir a más cantidad de gente) recibía críticas por parte de los que cuestionaban sus motivaciones. El epitafio de Whitefield arroja luz sobre su respuesta a las duras palabras de los demás: «Me conformo con esperar hasta el día del juicio para que se despeje toda duda sobre mi carácter; y después de morir, no deseo otro epitafio que este: “Aquí yace George Whitefield. Aquel gran día revelará la clase de hombre que era”».

La razón para escribir

«El Señor es mi alto refugio […]. Cantábamos mientras dejábamos el campamento». El 7 de septiembre de 1943, Etty Hillesum escribió estas palabras en una tarjeta y las arrojó desde un tren. Fueron sus últimas palabras registradas. El 30 de noviembre fue asesinada en Auschwitz. Tiempo después, sus diarios de las experiencias en un campo de concentración se tradujeron y publicaron. Allí relataba su perspectiva sobre los horrores de la ocupación nazi y la belleza del mundo de Dios.

Preservados

Mientras limpiaba el jardín para prepararlo para los cultivos de primavera, tomé un manojo grande de malezas invernales y las arranqué de un tirón. Una cobra venenosa estaba escondida en el matorral justo debajo de mi mano; unos pocos centímetros más y la habría agarrado sin querer. Vi sus manchas coloridas en cuanto levanté el manojo; el resto estaba enroscado en las malezas entre mis pies.

Confía en la luz

El pronóstico decía bomba ciclónica. Esto sucede cuando una tormenta invernal se intensifica rápidamente porque la presión atmosférica desciende. Cuando cayó la noche, las ventiscas hacían casi imposible ver en la carretera hacia el aeropuerto de Denver. Casi. Pero cuando es tu hija la que está volando para venir a visitarte, haces lo que tienes que hacer. Llevas más ropa y agua (por si te pierdes en el camino), conduces lentamente, oras sin cesar y por último —aunque no menos importante— confías en tus luces delanteras. Y a veces, logras lo casi imposible.